Es sed y hambre lo que deja huella a los inmigrantes,
aquellos que huyen de guerras, de hambre,
de mafias abiertas al robo de sus descendientes,
de niños frágiles abiertos al mundo,
como al cobro de desorbitadas cuentas,
por un billete que quizás lleguen o quizás no,
a un paraíso vendido por ellos mismos,
y quizá no sea tal encuentro,
arriesgado por la vida y la muerte…
Es sed y hambre lo que deja huella a los inmigrantes,
callados. cargados cruzan caminos, descendiendo
de puertas como de calles, de un mismo edén,
el de tierras que vivían, aferrados por otros a destruirlas.
Corren sin más que lo puesto a ser acogidos,
por los que quizás más hacen y menos tienen,
aprobados por leyes las de última hora,
porque ya ocurrió algo grave y el mundo se les echa
por capote y montera, o quizá sea por conciencia,
porque en antaño hicieron lo mismo por sus países…
Es sed y hambre lo que dejan a los inmigrantes,
lagrimas y semillas perdidas por sus cantes,
los que un día fueron fuerzas de gentes y corazones
y hoy son callantes de marionetas.
Quizás sea está una guerra de estima y conciencia
para los que forman batallas de soldados.
Quizás un día verán sus manos manchadas de sangre,
Quizás por volver a ser sus descendientes inmigrantes,
siendo sus genes, siendo ellos mismos los caminantes
de mares sin tierra que calme…
Autora Lucía Pastor
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