Me entrego y no rindo, me rindo
y no encuentro esfuerzo ninguno,
de querer aferrar lo pasos
ocultos,
los que en días calman la noche
acumulada, por el desdén del
cansancio,
el que amarra la cama entre mis
sabanas,
arropando lo invivible de amores.
Amores caídos por los desdenes de
ciegos
los que no ven tierra hundida por
guerras
por sangre hambrienta, de
aquellos que huyen
y mueren en batallas de otros,
por no dar a torcer su mano,
aún perdidas sean por desbastadas
de ausencias.
Ausencias de la sonrisa fingida
de aquel ameno camino,
de aquel que débil inocente
entre mar de tierra cae
inocente de barbaridades,
las que oyen tierra y no cielo
trasparentes por corazones.
Corazones abiertos de tempestades
por lluvias en fuerzas de
tiempos,
encadenados a los más fuertes,
los que un día volverán sin
espada
cruzando puentes, y atrapados
serán en peso y en
carga.
Autora: Lucía Pastor
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